GEOPOLÍTICA
EN LA GUERRA FRÍA Y EN EL SIGLO XXI
La geopolítica ha sido una de las
disciplinas integradoras de las diferentes dimensiones de las ciencias geográficas
que más ha servido a la política para la toma de decisiones estatales en
materia de política exterior e interna. En dicho contexto, su desarrollo, tanto
en sus vertientes europea (alemana y británica) así como norteamericana y
asiática, tuvo un desarrollo constante y sistematizado hasta 1945 en que los
Estados Unidos y Gran Bretaña, sin fundamentos científicos ni evidencia
empírica alguna, la estigmatizaron oficialmente como “ciencia nazi” durante la
II Guerra Mundial.
Este despropósito ideológico, fundamentalmente
instrumental, hizo que, a partir de entonces, la geopolítica fuera marginada
del estudio científico. En Estados Unidos se la subsumió forzosamente en una
rama de la geografía, la geografía política, vaciándose así de sus contenidos
y bases originales, camino que fue imitado en muchas otras partes del mundo.
No obstante, a poco andar de la
Guerra Fría y del desarrollo de los procesos de integración y de globalización,
elites científicas provenientes de diversas disciplinas sociales, políticas y
económicas, se dieron cuenta de que los fenómenos emergentes no podían ser
explicados al margen de la geopolítica. Sin embargo, sin atreverse a
contradecir el dictamen oficial de los vencedores de la II Guerra Mundial,
optaron por dar origen a una emergente geopolítica llamada “Crítica”, la cual
surge como contestataria de los principios fundamentales de la geopolítica
tradicional explicitando que sus postulados son diametralmente opuestos a los
de aquella.
Umberto Eco (1991), impresionado
por la dimensión tecnológica de la I Guerra del Golfo, afirmó entusiasmado que “ahora
las guerras se desarrollarán fuera del espacio euclidiano” (p. 52). Sin
embargo, éstas se siguen haciendo como y donde siempre se han hecho, en el
espacio geográfico donde viven las sociedades y donde lleva a cabo la política,
no en el ciberespacio o en el limbo de la ficción, aunque viajemos por el
universo.
La incapacidad para comprender la
globalización y lo que pasa a nuestro alrededor; para identificar los factores
clave de los cambios que se están operando; la falta de “imaginación lógica” o
fundada para diseñar el futuro; la ausencia de una cultura básica para
discernir lo real de lo aparente y, en fin, nuestra impotencia para entender la
lógica y la dinámica de los acontecimientos políticos contemporáneos, alimenta
una incertidumbre en la que proliferan las creencias más aventuradas.
La geopolítica no está ajena a
estas circunstancias. Lo importante, sin embargo, es mantener el recto sentido
y alcances de su lógica práctica, no porque seamos cultores de una geopolítica
conservadora, sino porque de ello depende la explicación o la comprensión de
una globalización que no acertamos a comprender. Analizar sus manifestaciones a
la luz de las viejas teorías, en un marco contextual crítico en relación con
los mitos de nuestro tiempo, nos ha permitido recuperar algunas certezas.
No hay profundas diferencias entre
la vieja geopolítica y la aparentemente nueva geopolítica crítica. Los procesos
políticos internacionales e internos se siguen llevando a cabo de la misma
forma que antaño, y tanto la cooperación internacional como sus conflictos,
siguen siendo el resultado de intereses compartidos o contrapuestos que se dan
en un contexto de relaciones espaciales multidimensionales, aunque esta
circunstancia se da hoy en forma simultánea con mayor frecuencia que en el
pasado reciente.
Por esa razón, la lógica de la
geopolítica encuentra su sentido de unidad en las relaciones de dependencia y
de interdependencia que se producen entre Estados y entre sus sociedades, las
cuales ocupan y viven en espacios tangibles. El dinamismo del proceso es
impreso por la vitalidad y el rol político que estas sociedades juegan, las
cuales, en definitiva, son la fuente de su soberanía y motor de las relaciones
políticas contemporáneas.
Los pensamientos de Mahan o de
Mackinder, así como los de muchos otros, representan escuelas a las que han
adherido sus respetivos países o terceras naciones, más allá de cualquier
juicio de valor o prejuicio ideológico, pero no son la geopolítica, son sólo
parte de ella junto a las escuelas geopolíticas de todos los Estados, aun
cuando éstas tengan sólo un carácter regional, subregional e incluso vecinal.
En ese sentido lo que procede es integración y no exclusión.
No obstante, si alguna crítica
debemos formular, tenemos que asegurarnos de conocer cabalmente el objeto de la
crítica, carencia que algunas tendencias de la geopolítica debieran superar, lo
cual constituye una necesidad básica para asumir integralmente el tema del
Estado, de su territorialidad y de la soberanía en la actualidad, sin los
cuales simplemente la geopolítica se diluirá en un proceso de globalización que
seguirá siendo tan incomprensible como lo ha sido hasta ahora.
Bibliografía
Bernard, Racine (1878). Discurso Geográfico
y Discurso Ideológico. Perspectivas
Epistemológicas.
Barcelona, España. Ed. Geo Crítica.
Brezezinski, Zbigniew (1998). El
gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y
sus imperativos
geoestratégicos. Barcelona, España. Ed. Paidós.
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Christophe Alexandre (Mayo, 2007).
Geopolítica de la Energía en América Latina.
Santiago, de Chile. Colección Política Nº 1,
Universidad Bernardo O’Higgins.
Toynbee Arnold(1984). Guerra y
Civilización. N. York, Estados Unidos. Free Press.
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